Los cuartos de final les llevaría a enfrentarse a una de sus viejas rivales, la selección española, con la que mantuvo grandes duelos en décadas pasadas, en especial en el Mundial de 1934. Sesenta años después, las viejas heridas se abrirían por lo que estaba por acontecer en el encuentro. Este hecho supuso un antes y un después, puesto que la seguridad de estas carreras quedó en entredicho y colmó la paciencia de las autoridades que ya no verían con buenos ojos la celebración de las mismas.